Según el concepto desarrollado por CIDEU, las ciudades con alma son “ciudades para la vida”; son aquellas que facilitan el buen vivir de la ciudadanía.
Las mismas no dependen solo de las infraestructuras, equipamiento o del urbanismo. Dependen directamente de los factores intangibles, los cuales están relacionados con el alma urbana. Comprendiendo al menos cuatro categorías: los valores que la ciudad promueve y comparte, la manera en que la ciudad crea y reparte oportunidades, su capacidad de inclusión y su grado de equidad.
Ante este panorama y pensando en las ciudades del futuro, es importante reflexionar sobre las bases de crecimiento. Las ciudades crean sus condiciones propias, independientemente de su entorno.
Las condiciones locales son la base para materializar las tendencias medioambientales y su aplicación a nuevos núcleos urbanos.
Desde los orígenes Vitrubio ya consideraba la disposición de los edificios según las condiciones de emplazamiento local para lograr condiciones optimas.
Lo cual evidencia la necesidad de lograr un equilibrio entre las variables climáticas y las condiciones topográficas de cada lugar. Como punto de partida se debe considerar el entorno natural, el ciclo del agua, el ahorro energético, la accesibilidad, la arquitectura bioclimática.
Algunos de los criterios importantes para lograr un desarrollo equilibrado incluyen el potenciar los usos mixtos para reducir los tiempos de traslado de un lugar a otro, fomentar los recorridos peatonales, incorporar medios de transporte alternativos, incorporar espacios verdes con especies de bajo requerimiento hídrico.
Se debe considerar también la arquitectura bioclimática y consciente como un modelo a seguir, arquitectura la cual contenga principios de ventilación cruzada, muros con inercia térmica, acondicionamiento pasivo, incorporación de cubiertas verdes, muros aislados, amortiguación de espacios entre otros.
El aprovechamiento de recursos naturales como el sol, el viento, el agua de lluvia, el control y manejo de residuos, el reciclado, la recuperación de materia orgánica, etc. El fomento del uso y generación de espacios libres de recreación y esparcimiento. Son consideraciones clave.
Es tan importante el fomento de un urbanismo equilibrado, como el desarrollo de una arquitectura bioclimática. Es necesario lograr la capacidad de distinguir entre modas o fachadas ecológicas y las verdaderas disciplinas. La arquitectura bioclimática es aquella que se gesta pensando en construir con las condiciones climáticas a su favor y no en su contra. La cual promueve el confort climático, considerando la relación económica, incorporando elementos mecánicos como medios de apoyo y no como sistemas determinantes.
Los ventanales orientados al norte, los espacios intermedios, la incorporación de materiales como la piedra o el abobe, la aislación el suelo; eran elementos constantes en desarrollo de edificaciones en la historia local.
Es necesario poner foco en la densificación mediana y alta, considerando la estrecha relación interdependiente entre el desarrollo arquitectónico y el desarrollo urbano.
Estas consideraciones tangibles y “áridas” son tan importantes como las intangibles y con “alma” a la hora de fomentar el desarrollo de urbano consciente y equilibrado.
Involucran diversos factores que van desde el clima, la historia, la geografía, las costumbres, los hábitos, los vicios, las virtudes y su gente. Son ciudades que fomentan actividades vinculadas con el esparcimiento, el cine, la gastronomía, la arquitectura, el arte, la música, el deporte, el turismo, las ferias, sus productos. En definitiva existe variedad en un amplio abanico de atributos y estímulos; capaces de envolvernos en un encanto único.
Al igual que las personas, las ciudades tienen una personalidad y un alma. Son ciudades las cuales son contenedoras de cualidades que contribuyen a generar identidad y con un simple recorrido somos capaces de enamorarnos.
POR: ARQ. FLORENCIA OÑA
PUBLICADO: REVISTA CLUB HOUSE DE DICIEMBRE 2016.