La Galería Nacional de Arte (National Gallery of Art) en Washington D.C. exhibe una habitación completa dedicada a exponer el trabajo de Alexander Calder. Constituyendo el espacio más grande dedicado a la obra de éste reconocido maestro de la modernidad. Al acceder a este espacio los sentidos se potencian, crece la admiración por la belleza desnuda y singular de cada uno los móviles expuestos. Estos silenciosos, detallados objetos llenan el espacio provocando un atractivo sensorial maravilloso y sorpresivo.
La grandiosa obra de Calder se centra en el desarrollo de esculturas móviles realizadas con atención dedicada al balance suspendido de las formas geométricas que conforman las piezas. Las piezas se balancean al ritmo de la atmosfera circundante. Lo grandioso del balanceo de las figuras, su forma y su silencio se magnifican con el encuentro del blanco circundante de los muros de la habitación.
Donde la sombra proyectada de las piezas es un atractivo a parte. Las delicadas siluetas son atravesadas por la iluminación estratégicamente colocada materializando replicas en la pared blanca que dicha iluminación incide. El muro blanco se convierte así en el segundo protagonista. La luz y el movimiento son los elementos que otorgan ese carácter de asombro a este espacio.
En la arquitectura ocurre algo similar; la luz en movimiento a través de las horas consigue dialogo con el espacio, el recorrido y el hombre. La conjunción precisa de estos elementos son los que generan la arquitectura.
Como lo expone el Arquitecto Campos Baeza; “El color blanco en la Arquitectura, es algo más, mucho mas que una mera abstracción. Es una base firme y segura, eficaz, para resolver problemas de Luz: para atraparla, para reflejarla, para hacerla incidir, para hacerla resbalar. Y controlada la Luz e iluminados los blancos planos que lo conforman, el espacio queda controlado. ¿Y cuál es la magia de la Arquitectura sino poner en prodigiosa relación al hombre y al espacio a través de la Luz? Por encima de lo anecdótico entonces, la utilización del color blanco, el blanco certero, es instrumento preciso para dominar los mecanismos espaciales de la Arquitectura.”
Este hecho se ve evidenciado en sucesivos ejemplos de obras Arquitectónicas construidas por maestros a lo largo de la historia; uno de ellos es la casa Farnsworth, donde el blanco radiante exalta la silueta clara de la vivienda contraponiéndola al verde de su entorno. El blanco contundente de la Villa Savoye, se asienta sobre el terreno de forma austera y abstracta. El blanco deslumbrante e insuperable de la Acrópolis.
Los acabados en un edificio tienen incidencia en el rendimiento energético del edificio, está relacionado, sobre todo, con el rendimiento térmico y el rendimiento de la iluminación natural (reflexión y dirección de la luz).
El diseño solar pasivo del edificio puede prever el uso de algunos elementos, muros y suelo. Los acabados utilizados pueden facilitar u obstaculizar la función térmica. La utilización de acabados oscuros en los suelos aumentará su capacidad de absorción de calor y funcionan como almacenamiento térmico. Los acabados de colores claros reflejan la luz y el calor; el mismo no es absorbido ni almacenado.
El blanco es signo de pureza, simpleza, neutralidad, de lo universal en el espacio, lo eterno y lo atemporal. Contiene también capacidades térmicas favorables para nuestro clima.
POR: ARQ. FLORENCIA OÑA
PUBLICADO: REVISTA CLUB HOUSE DE FEBRERO 2018.
LINK: http://www.losandes.com.ar/article/view?slug=arquitectura-blanco-y-radiante