En arquitectura solemos hablar con frecuencia del genius loci, del lugar. Este termino hace referencia al sitio de emplazamiento de un edificio. Donde el mismo pareciera que hubiese estado ahí desde siempre, perteneciendo al lugar. El entendimiento completo del lugar da pautas y pistas para resolver un determinado problema arquitectónico. De la mano con el entendimiento de los materiales, los colores, de la tipología, de lo atemporal.
En un artículo publicado originalmente en el blog Fundación Arquia, Alberto Campo Baeza habla de la importancia de un arquitecto en el diagnóstico y ejecución de un problema constructivo. Del mismo modo es imprescindible un medico para tratar una enfermedad, un arquitecto es esencial para ejecutar una obra siempre y cuando el problema se exponga y las variables y condiciones queden claras.
El arquitecto habla a través de la experiencia personal de la Casa Gaspar, de las capacidades que se pueden adquirir con la disciplina. Afirmando que si se está pensando en hacer una casa y se quiere lograr una casa, buena bonita y barata; llame a un arquitecto, a un buen arquitecto. Un arquitecto de además de ser un servidor a la sociedad, como el medico lo es a la salud. Es quien busca belleza a través de la arquitectura, resolviendo a la vez problemas a la sociedad y trata de hacer felices a las personas para las que trabaja.
El arquitecto cuenta la experiencia en primera persona de cómo resolver un encargo de una casa hermosa; fue la casa mas buena, bonita y barata.
En palabras del arquitecto Campos Baeza, “El primer paso fue con el encargo de una amiga y con un monto reducido concreto, en un terreno pequeño. Donde el primer requerimiento fue la privacidad. Como petición del arquitecto fue la libertad absoluta. El arquitecto como el medico, debe escuchar atentamente el paciente, analizar y dar un diagnostico y el paciente debe obedecer. La solución fue muy sencilla: un simple rectángulo de 6x18 metros levantado con muros de carga. Un patio adelante de 6x18 y otro patio detrás, también de 6x18. Dentro, dos muros transversales más bajos, a 4 metros de los bordes, para crear a un lado un dormitorio y un baño, y al otro lado una cocina y un segundo dormitorio. Para iluminar el espacio central de 6x10 se abren en las cuatro esquinas unos vidrios fijos de 2x2 que dan continuidad a ese espacio central con los dos patios. Para circular y ventilar ese espacio central, dos puertas opacas en el centro, en el eje principal. Los dos dormitorios y la cocina se iluminan y conectan con sus patios con puertas transparentes. El baño cuenta con un lucernario. En poco más de 100 metros cuadrados. La casa construida responde a la mejor tradición andaluza: patio delantero de entrada y patio trasero. En cada patio plantados simétricamente dos limoneros lunares. En el patio del fondo una pequeña alberca con agua que da gloria verla y oírla. Porque el sonido del agua también colabora a la belleza de esos espacios. Por fuera la casa aparece completamente cerrada con sólo la puerta de entrada”.
La casa está construida con muros de carga de ladrillo. El piso es aislado e impermeabilizado. La cubierta se resuelve colocando losetas cerámicas. El pavimento completo se realiza en piedra caliza. Los muros son blancos, otorgando a los espacios una luminosidad impecable.
Uno de los secretos es que la vivienda está realizada por un arquitecto que resuelve el control del espacio, de la luz y de la escala y de las proporciones de forma notable. La casa costó lo previsto. Siendo una casa de 100 metros cuadrados, la cual pareciera tener aun mas superficie. Para ello estamos los arquitectos, para construir belleza y dejar felices a las personas para las que trabajamos. A través de estas pautas simples, entendiendo las variables (el lugar, la materialidad, el costo, los recursos) y la propuesta y los detalles arquitectónicos. Se logra vislumbrar como puede hacerse una casa buena, bonita y barata.
POR: ARQ. FLORENCIA OÑA
PUBLICADO: REVISTA CLUB HOUSE DE ABRIL 2019.